lunes, 24 de enero de 2011

Se acercó al balcón y abrió la puerta corrediza. Posó sus codos en las barandillas y contempló el horizonte con detenimiento, como si hubiese algo nuevo que observar. Extrajo la cajetilla de cigarros de su bolsillo delantero de aquel vaquero desgastado. Abrió la caja y la balanceó unos instantes de un lado a otro como si estuviese esperando a que de repente aparecieran más. Cogió el penúltimo y lo encendió. Dio una calada larga y retuvo unos minutos el humo y después lo expulsó con indignación. Nada en aquellos días le había salido bien. (...)