jueves, 3 de marzo de 2011

Lloramos con los ojos, es lo único que podemos hacer, pero esa noche sentí como si cada poro, cada orificio y resquicio de mi alma estuviera llorando (...)
Yo no llamo a nadie para pedir ayuda. No es por la forma en qué me educaron, o al menos eso creo; es mi manera de ser (...) No es una cuestión de afecto, pues soy capaz de dar y recibir esas cosas. Siento dolor como cualquiera. Necesito tocar y que me toquen. Pero si alguien me pregunta '¿estás bien?', no puedo responder que no. Soy incapaz de pedir ayuda(...)